Las tiendas de zapatos muchas veces son parecidas y francamente... un poco aburridas. En el caso de Javiera Poch, quisimos que las clientas vivan la experiencia como si estuvieran en una fiesta en complicidad con sus amigas.
El objetivo fue crear un espacio donde no sólo puedes ir y probarte un zapato, sino que mucho más. Un lugar de escape, donde puedes instalarte horas tomándote un rico café o un buen espumante italiano, comprar un regalo, o simplemente estar. Por ejemplo, los baños son extra grandes, igual que en las discotheques, porque ahí las mujeres se juntan a copuchar de manera espontánea.
Ningún detalle quedó atrás. Pensamos en un espacio flexible, ondero, femenino, elegante, que nos hiciera sentir atendidas en un rico ambiente de glamour.
Fotos de Roberto Wallace